martes, 3 de diciembre de 2013


“Nunca me sentí solo. He estado en una habitación, me he sentido suicida. Estuve deprimido, me he sentido horrible más allá de lo descriptible, pero nunca pensé que una persona podía entrar a una habitación y curarme. Ni varias personas. En otras palabras, la soledad no es algo que me molesta porque siempre tuve este terrible deseo de estar solo. Siento la soledad cuando estoy en una fiesta, o en un estadio lleno de gente vitoreando algo. Citaré a Ibsen: ‘Los hombres más fuertes son los más solitarios’. Nunca pensé: ‘Bueno, ahora va a entrar una rubia hermosa y vamos a garchar, y me va a frotar las bolas, y me voy a sentir bien’. No, eso no iba a ayudar. Viste cómo piensa la gente común: ‘Guau, es viernes a la noche, ¿qué vamos a hacer? ¿Quedarnos acá sentados?’. Bueno, sí. Porque no hay nada allá afuera. Es estupidez. Gente estúpida mezclándose con gente estúpida. Que se estupidicen entre ellos. Nunca tuve la ansiedad de lanzarme a la noche. Me escondía en bares porque no quería esconderme en fábricas. Eso es todo. Les pido perdón a los millones, pero nunca me sentí solo. Me gusta estar conmigo mismo. Soy la mejor forma de entretenimiento que puedo encontrar”.
Así fue, así es, poco amor, poca vida, no importa, fue un ratito de sol…y se lo debo a ella. La senda del perdedor, Bucowsky