Lo que más me desespera de este proceso de decadencia física y mental es un elemento, tal vez compensatorio, que se infiltra insidiosamente en el espíritu y a uno lo hace colaborar alegremente con el enemigo: un sentimiento de placer, y de extrema placidez, que al mismo tiempo implica un supremo desinterés por lo que está ocurriendo, y por lo que le está ocurriendo a uno. Mario Levrero."El alma de Gardel".
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